Las hormonas nos hacen
ponernos tan cachondísimos
que más de la mitad de las canciones
y poesías se escriben al amor.
Entre tanto, continúan
muriendo personas de hambre,
siguen habiendo políticos
que ejercen la corrupción,
la crisis avanza en
los hogares implacable
y por mil veces que ha amanecido,
no hemos visto salir el sol.
Los curas siguen violando niños
y las monjas tienen éxtasis con dios,
pero deben mantener el celibato
porque lo ordena su religión.
De mientras los impulsos sexuales
derraman tinta sobre el papel,
mamando de pechos turgentes
y fornicando, a más no poder.
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