10 de noviembre de 2010

SEXO POR VOCACIÓN

Me vienen retales a la cabeza
de la mujer que me hizo hombre,
de aquella noche fresca de agosto,
de las estrellas susurrando su nombre.

Sumergidos en nuestro pequeño universo
gozando sin límite del amor,
de cada caricia, de cada bocado, de cada beso,
las sábanas sudaban más a cada segundo de reloj.

Los cuerpos desnudos comenzaban a fundirse en uno
nos entregábamos completamente y sin contemplación,
mi corazón era el único que estaba expuesto al daño
que traería consigo su sexo por vocación.

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